Una exposición en el MoMA examina uno de los momentos creativos más interesantes en la trayectoria del pintor malagueño
Nueva York, 31/03/11
Reconstruir la relación de Picasso con sus guitarras es una historia plagada de transformaciones y relaciones inusuales. El proceso experimental en el que se vio inmerso durante los años 1912-1914, así lo demuestra. La transformación inesperada de una humilde obra de arte con siglos de tradición convertida en materia de vanguardia, en un periodo en el que el pintor español daba el último aliento creativo al Cubismo.
Para exponer cómo se forjó esta relación y reconstruir el proceso creativo de Picasso en su taller, el MoMA ha decidido tomar como punto de partida dos obras regaladas por el propio Picasso a principios de 1970. Dos piezas que condensan el significado de ese proceso de experimentación, pero que vienen acompañadas por un conjunto de 65 collages, diversos montajes, dibujos, pinturas y fotografías procedentes de más de 35 colecciones públicas y privadas en todo el mundo.
Obviamente, son las fotografías del taller de Picasso los materiales que mejor hablan del proceso. Un rediseño constructivo del objeto que resta nobleza a la madera y al lutier, en busca del cartón y de su ensamblaje con el papel y la madera. Una pauperización de la guitarra en busca de la naturaleza muerta cubista, descomponiendo materiales, sus propios soportes y técnicas. Así lo demuestran obras como Guitarra (1912), Sifón de vidrio, periódicos y violín (1912), Violín colgado en la pared (1912-1913) o Mesa de bar con guitarra (1913).
Picasso: Guitarras 1912-1914 ofrece una oportunidad única para acercarse a los años finales del cubismo, justo antes del estallido de la Primera Guerra Mundial, y sumergirse en el taller del pintor malagueño en busca de su genio en uno de los momentos cruciales de la Vanguardia. La exposición está comisariada por Anne Umland, conservadora del MoMA de Nueva York y puede visitarse hasta el 6 de junio. Alejandro Martínez